Se
acaban las vacaciones para muchos. Estos días se nota en las calles que la actividad, que este mes de Agosto parece
más ausente que nunca (entre negocios cerrados por vacaciones y por
traspaso) vuelve, poco a poco, a sus niveles normales. Bueno, normales para
estos tiempos complicados que nos toca torear.
También
yo he decidido hacer vacaciones en Agosto, incluyendo este blog.
Y no porque no me apetezca escribir. La principal razón es dejar que mi mente descanse.
Creo que es necesario y saludable para mi estado mental. Me he auto obligado a
no pensar en proyectos, en empresas, en futuros posibles e imposibles, en
alternativas, en caminos.
Durante
unos días he cerrado los ojos para no
ver oportunidades que pongan mi maquinaria mental en marcha y, por lo
tanto, envíen al traste mi descanso. Y cuando he sido consciente de alguna, he
mirado para otro lado. La verdad es que no está mal eso de relajar la mente.
Uno
se sienta en el sofá a perder el tiempo
sin, o casi sin, remordimientos
O dedica, como yo estos días, las mañanas al
ejercicio o a caminar por la ciudad, la playa o la montaña. Me gusta. He
descubierto que el andar un par o tres de horas, a parte del ejercicio
saludable que representa, se convierte en un momento muy íntimo, en el que solo estás tu y tu camino que, como
decía el poeta, se hace al andar. Estoy
seguro que esta práctica, que adopto para todo el año, me servirá para tomar muchas decisiones de
aquí en adelante.
Y
en alguno de esos ratos de intimidad se me aparece una pregunta… ¿Hacen vacaciones los emprendedores?
Creo
que la persona con inquietud emprendedora no hace nunca vacaciones. No me
refiero a vacaciones de forma literal, o sea, viajes, fiesta, playa y
diversión, si no a esas vacaciones que he reclamado para mí este año (después
de muchos). Quizás podría referirme a
vacaciones de inquietud, de esa inquietud emprendedora a la que me he
referido antes, y que, a veces, tanto agota.
Ya les digo yo que es difícil, pero si además tienes un proyecto o una
empresa en marcha es, prácticamente, imposible.
Por
cierto, se han dado cuenta de lo mal visto que está que un emprendedor haga vacaciones el primer año de abrir su
negocio. También a mí, a veces, y con según qué emprendedor, o según qué
proyecto, me han sorprendido esas vacaciones.
Pero
mi conclusión es que cada cual sabe lo
suyo, y sabe lo que está dispuesto a arriesgar para que su proyecto
prospere y tenga éxito, y sabe, además, el dinero que tiene y que está
dispuesto a invertir. Así que si su vecino abre un negocio, y a los tres meses
lo cierra por vacaciones, no lo critique, ni piense que es un traficante de
sustancias ilegales que usa su comercio como tapadera. Seguramente es que así lo planeó.
Y
poco a poco va llegando septiembre, y detrás de él otro año más, otro curso, con
sus retos y sus metas, sus oportunidades, sus éxitos y, por supuesto, también,
sus fracasos.
Prepárense,
no será fácil.