Le invito a que haga la prueba.
Reúna a su gente, al
equipo de su empresa, el equipo con el que quiere desarrollar su proyecto, etc.
Pídale a cada miembro que, en una hoja y en secreto, describa su bocadillo de
jamón ideal. Cuando acaben de escribirlo, pida que compartan en voz alta ese
bocadillo ideal que han escrito.
Estoy
seguro que serán muy pocos los que coincidirán en la descripción. Serán
parecidas, unas más que otras, pero es raro que todo el mundo describa el mismo
bocata.
O
sea que, como habrá podido comprobar, cuando pensamos en un simple bocadillo de jamón, no todos pensamos en lo
mismo.
He
estado en reuniones a las que la gente de una misma empresa, o de un mismo
proyecto, llegaban con metas y objetivos distintos. Cuando lo he detectado, les
he dado el mejor consejo que, creo, les podía dar, “aclárense entre ustedes y
volvemos a hablar”.
Es
imprescindible concretar y delimitar claramente los hitos, las metas y los
objetivos. Los medios y los recursos, también las estrategias. Todo el mundo
debe de hablar el mismo “idioma”, ejercer las mismas prácticas y entrenarlas. Y
pensar en un solo tipo de bocadillo de jamón. O, cómo mínimo, pensar en el tipo
de bocadillo que le gusta al equipo, el gusto colectivo, dejando la
individualidad para otros menesteres. El equipo debe de adoptar las medidas
necesarias para que todas las personas que lo integran unifiquen los criterios
en todos los aspectos
Parece
baladí decir esto, o hasta demasiado evidente. Pero es un problema real que
hace que muchos proyectos se tambaleen.