Estos
días estoy asistiendo a un Taller de Coaching. Aunque es una disciplina que
domino bastante, me gusta asistir como observador para seguir aprendiendo y ver a otros profesionales en
acción.
No
me sorprende ver que la mayoría de asistentes son personas más o menos de mi
edad, o sea, rondando el medio siglo de vida, o un poco más, como es mi caso.
Para mí está claro que las personas que
asisten a un taller como este, lo
hacen porque tienen alguna preocupación. Aunque tal y cómo está todo,
seguro que las preocupaciones son muchas.
Varios
de los asistentes, de mi generación, están en el curso porque se han quedado sin trabajo. Dicen que confían en encontrar pronto algo ya
que, creen, que las empresas que buscan
candidatos sabrán apreciar su amplia experiencia.
Compruebo, además, que la mayoría de la gente de mi edad que es nueva en esto
del paro piensa de forma similar.
¿Son unos ilusos?
Bueno,
primero creo que son gente con esperanza,
acostumbrados durante casi toda una vida a trabajar duro. Durante toda una
vida han acumulado esa experiencia que
están seguros les servirá de arma contra el desequilibrio general que
representa el quedarse sin trabajo. Esa experiencia es la que les genera esa
esperanza.
Entonces
les explico el experimento que llevo tiempo haciendo.
Tengo
varios perfiles en buscadores de trabajo. Con ellos me doy de alta en ofertas
de empleo de varios sectores, sobre todo el comercial, modificando el
currículum para adecuarlo, más o menos, a las ofertas que van saliendo. Lo único
que no modifico es la edad, pero dependiendo del trabajo, pongo unos estudios u
otros. Lo mismo hago con la experiencia laboral. Incluso en alguna carta de
presentación he puesto que estoy
dispuesto a trabajar gratis uno, dos o tres meses. Y no tengo en cuenta el
tipo de relación laboral que se propone. O sea, acepto relación laboral,
comercial, autónomo dependiente, etc. En resumen, candidato ideal, con amplia
experiencia, y con cincuenta años de edad.
¿Resultado del experimento?, una
entrevista para ser comercial después
de casi mil trescientos curriculums enviados. Por cierto, fui a la entrevista y
no me ofrecieron el trabajo.
En
resumen, las cincuentonas y los
cincuentones lo tenemos claro. Cuando explico esto a cualquier persona de
esa edad que busca trabajo, el desanimo fluye por su cuerpo. Y entonces dicen
que si fueran más jóvenes montarían algún tipo de negocio, pero que son mayores
para eso.
Yo
a eso le llamo el síndrome de la edad
equivocada. Que el mercado laboral no nos quiera, no quiere decir que, de
pronto, no sirvamos para nada. Lo único que quiere decir es que los criterios
de contratación de las empresas tienen más en cuenta la edad, que la experiencia. Por lo
tanto sólo nos queda una vía. Emprender.
¿Emprender
a los 50?. Claro, ¿dónde está el
problema?, tienes la necesidad, la experiencia, seguramente los contactos
necesarios, también el saber hacer y el saber estar, la serenidad suficiente
para soportar los reveses (seguro que a estas alturas la vida nos ha dado uno
cuantos), un sentido común a prueba de bombas, quizás hasta un poco de
dinerito, probablemente menos responsabilidades urgentes que hace unos años y,
por tanto, menos necesidad de dinero, y, total,
vaya como vaya el negocio, dentro de un ámbito de normalidad, en unos
pocos años, en los que hay que resistir como sea, nos jubilamos y que trabaje rita.
Amiga, amigo, si rondas los cincuenta,
no te autodeseches, piensa en qué
oferta eres para el mercado, y adelante!!
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