Ha sido mucho lo que se ha hablado de
esta red social en los últimos días
por su salida a bolsa. De hecho, acabo de comprobar la evolución de su
cotización y no ha hecho más que perder.
También he leído bastantes artículos relacionados con los supuestos tejemanejes en la
información facilitada para su incorporación al mercado bursátil, que, al
parecer, han acabado en demandas.
De
la evolución de la cotización más vale no hablar, ya que en los tiempos en que
estamos, no me sirve ninguna explicación normal y las razones pueden ser
complicadísimas o sencillamente sencillas. Y de los tejemanejes tampoco, ya que
a saber qué intereses, qué
realidades y qué emociones hay detrás de los mismos, y detrás de las demandas
que se han interpuesto.
Pero
de lo que si puedo hablar es de mi experiencia en Facebook.
Cómo usuario personal me parece
fantástica. Me he reencontrado
amigos a los que hacía una vida que no veía. Estoy informado de lo que pasa en
mi entorno emocional y en contacto con él. Y me llegan noticias que de otro
modo no conocería. En fin, nada que no sepa todo el mundo que sea mínimamente
usuario de todo esto.
Lo
que me parece interesante contar en mi
experiencia a nivel empresa.
En
el penúltimo proyecto en el que he estado trabajando decidí abrir un grupo en Facebook, para informar
de lo que hacíamos, de nuevos productos, de actividades y demás. Instauré,
además, un concurso mensual entre los seguidores del grupo (unos mil
doscientos). El concurso consistía en responder una pregunta muy sencilla
relacionada con nuestra empresa o nuestro mercado. Entre los acertantes se
sorteaba un lote de productos que se remitía al domicilio del ganador. Comento
lo del concurso porque era la actividad en la que más gente participaba. Entre treinta y cuarenta personas.
Después
de casi dos años de actualizar el grupo, de organizar el concurso mensual, de
informar de todo (teníamos una agencia de comunicación que se encargaba), de
incluir el enlace a nuestro grupo en la página Web , y en toda
la publicidad, entrevistas y demás apariciones en prensa, la
realidad es que lo que conseguimos
con el grupo no fue tener clientes, si no seguidores que eran meramente
curiosos, y que participaban sólo de lo que era totalmente gratuito.
No crecimos en número de clientes, no crecimos en número de
ventas, ni en el importe medio por venta.
Tampoco nos sirvió para recoger quejas,
o propuestas de mejora ya que todo
el mundo actuaba como una chupipandi de amigos, los cuales se hartaban de
decirnos lo buenos que éramos y lo bien que lo hacíamos. Ni una queja, repito,
en casi dos años
No hubo retorno de la inversión en
Facebook, ni por negocio, ni por información valiosa.
En definitiva, nos sirvió para hacer
amigos, pero no para hacer clientes.
Aunque supongo que, a través de algún amigo habrá aparecido, con el tiempo,
algún cliente. Eso ahora lo desconozco porque ya no estoy trabajando en la
empresa.
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