Me pasa mi hija este enlace a una
entrevista en La Vanguardia
Lo hace por que sabe la infinidad
de veces que he dicho, a ella y a toda la gente con la que he colaborado de la
forma que fuere, la frase “Este mundo no
existe, sólo está en tu cabeza”
Creo fervientemente de que es
así. El mundo en el que nos movemos sólo está en nuestra cabeza. Lo hemos
construido, y lo vamos construyendo en base a la historia y la educación
recibida, a las normas de conducta que nos han inculcado, y que aceptamos sin,
o casi, sin rechistar. Esos parámetros,
todos transmitidos a través del lenguaje, configuran nuestro mundo particular y/o
colectivo.
Así es en nuestra vida, y así es
en el mundo de los negocios, y, en consecuencia, en el mundo del emprendedor
Por lo tanto, y a sabiendas de lo
comentado, la primera conclusión a la que podemos llegar es que este mundo lo
podemos cambiar, o modelar según las necesidades o las inquietudes, actuales o
futuras, que podamos tener cada uno de nosotros.
Otra conclusión a la que podemos
llegar es que como el mundo es maleable, nosotros somos los rígidos de esta
historia. Somos nosotros los que ponemos los límites. Y puedo asegurar que
traspasarlos no comporta castigo divino alguno.
Si dejamos la rigidez de nuestro
comportamiento de lado, nuestro mundo se transforma. Se hace más amplio, más cómodo, y aparecen ante nosotros muchas más oportunidades de toda
índole.
Cómo decía Hernán Guerrero, un
magnífico entrenador en cuyas manos tuve la suerte de caer hace ya algunos
años, el emprendedor es una persona que rompe el sentido común. Por lo tanto,
es una persona que reconfigura su mundo, y lo hace, la mayoría de las veces,
tomando decisiones de la nada.
¿Dónde está el límite? En la moral, la ética y el respeto a los demás.
En todo lo otro, tenemos manga ancha
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